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martes, 9 de septiembre de 2014

La joven que fingía ser un doncel

The Violet Fairy Book, Andrew Lang (1901).
The Girl who pretended to be a Boy (no encontrado en ATU) es uno de los cuentos más interesantes de todos los que han entrado a formar parte de la Biblioteca de los Cuentos de Hadas hasta ahora. Sus primeros recopiladores fueron Jules Brun y Leo Bachelin en Sept Comtes Roumains en 1894. Lo recogió también Andrew Lang para su libro The Violet Fairy Book (1901) bajo este mismo título, y cuenta la historia de cómo la hija de un rey se tiene que disfrazar de hombre para servir al emperador y salvar su reino de la guerra. Aunque esta historia pueda recordar a la leyenda de Hua Mulan, al final nuestra protagonista es transformada en un verdadero hombre, y vive feliz junto a la princesa por la que pasa tantas aventuras. Sin embargo, el texto que comparto no es el original de Andrew Lang, sino el texto adaptado por Neil Philip para El libro ilustrado de los cuentos de hadas. Procuraré sustituirlo por la traducción del texto de Lang lo antes posible.

Para todos los que creían que el príncipe no podía ser una princesa.

Érase una vez un emperador que había conquistado países en todo el mundo. Cada vez que conquistaba un nuevo país, hacía que su rey le enviara uno de sus hijos para servirle durante diez años como precio por la paz.

El re de un país se resistió durante muchos años, pero al final, tuvo que someterse. ¿Pero cómo podía pedir la paz? No tenía hijos, solo tres hijas. Ellas vieron que estaba triste y le preguntaron la razón.

—¡Ojalá tuviera un hijo! —suspiró.

—Nosotras somos chicas, pero no somos inútiles —gritaron.

—Oh, sí —dijo el rey—, podéis hilar, coser y tejer. Pero ¿podéis empuñar una espada y hacer frente al enemigo en el campo de batalla?

—Yo puedo intentarlo —dijo la mayor, levantándose de un salto—. ¿Acaso no soy una princesa y la hija de un rey?

Se vistió con ropas de hombre y montó el caballo más vigoroso del establo, con ojos llameantes y un brillante pelo plateado, y partió a probar su coraje.

Sin saberlo sus hijas, el rey era un mago. Tomó la forma de un lobo gris enorme y se escondió debajo de un puente; cuando su hija se acercó, salió de un salto, enseñando sus colmillos y profiriendo un gruñido terrible. La aterrorizada muchacha huyó al galope y no paró hasta que llegó al palacio. 

El rey usó toda su magia para llegar antes que ella. Cuando desmontó del caballo, la abrazó y dijo:

—Gracias por intentarlo, pero las moscas no hacen miel.

La segunda hija lo intentó, pero tampoco pudo hacer frente al lobo. Entonces le tocó el turno a la hija más joven. El rey dijo:

—¿Crees que eres más valiente que tus hermanas, pequeña?

—No —contestó—, pero vos, padre, podría cortar al diablo en pedazos, o convertirme yo misma en diablo. No fracasaré.

La joven fue a los establos, pero en vez del semental de plata, eligió el caballo de guerra más veterano de su padre, Luz de sol. Viejo y experto como era, ella supo que podía confiarle su vida.

Ilustración de Henry J. Ford,
The Violet Fairy Book (1901).
Cuando el lobo se abalanzó sobre ella con las garras como sierras y una boca enorme, empuñó su espada y arremetió contra él, y el animal gañó y se fue cabizbajo. En el siguiente puente el rey la esperaba con la forma de un fiero león, pero de nueva ella se enfrentó a él. En el tercer puente el rey se le apareció con la forma de un dragón de doce cabezas que se retorcían y echaban fuego por la boca. La doncella cortó una de las cabezas con su espada y el dragón se convirtió en su padre.

—¡Bien hecho! —dijo—. Eres la hija más valiente, y lista además, por haber elegido el caballo adecuado, que te aconsejará bien. Ve al emperador con mi bendición. Dile que eres mi hijo, el príncipe Fet-Fruners.

Cuando había cabalgado un trecho, vio un rizo de cabello dorado como el sol en mitad del camino.

—¿Debo cogerlo o dejarlo? —se preguntó.

Luz de sol le dijo:

—Si lo coges te arrepentirás. Pero si lo dejas, te arrepentirás también. Así que cógelo.

La princesa puso el rizo cuidadosamente alrededor de su cuello. Luz de sol le dijo:

—Este rizo de oro pertenece a la princesa Iliana, la muchacha más bella del mundo.

La princesa llegó a la corte del emperador, y le dijo que era el príncipe Fet-Fruners. Era tan valiente y voluntariosa para emprender cualquier tarea que pronto se convirtió en la favorita del emperador de entre todos sus pajes, cada uno de los cuales era el hijo de un rey.

Un día el emperador observó el rizo de oro y le preguntó a Fet-Fruners qué era. Ella contestó:

—Este rizo pertenece a la princesa Iliana, la muchacha más bella del mundo.

—Yo soy el hombre más poderoso —dijo el emperador—, así que la muchacha más bella debería ser mi esposa. Si no me la traes, perderás tu cabeza.

Fet-Fruners le pidió consejo a Luz de sol. El caballo contestó:

—Pídele al rey un barco lleno de tesoros, y navega hasta la isla donde una ogro tiene a la princesa Iliana cautiva. Finge ser un mercader y pídele a la princesa que suba a bordo para ver tu mercancía. Entonces llévatela lejos.

Fet-Fruners hizo lo que Luz de sol le había dicho. Cuando huía navegando con la princesa Iliana, la ogro persiguió al barco. Con cada zancada, una pierna de la ogro llegaba al cielo mientras que la otra se zambullía entre las olas hasta el fondo del mar. Cuando el barco llegó a tierra, la ogro estaba justo detrás.

Luz de sol estaba esperando en la orilla, y Fet-Fruners y la princesa saltaron a su grupa. El caballo dijo:

—Pon tu mano en mi oreja izquierda, saca una piedra y tírala detrás de ti.

Fet-Fruners así lo hizo, y la piedra se convirtió en una montaña. Pero la ogro la subió con facilidad.

Luz de sol le dijo a Fet-Fruners que sacara un cepillo de su oreja izquierda y lo tirara detrás de él. Se convirtió en un bosque tan espeso que ni siquiera un pajarillo podría atravesarlo. Pero la ogro se subió a un árbol y saltó de rama en rama como un simio horrendo.

Página de The Violet Fairy Book,
con ilustración de Henry J. Ford.
Al final Luz de sol dijo:

—Coge el anillo del dedo de la princesa Iliana y tíralo tras de ti.

El anillo se convirtió en una torre de piedra, la ogro subió a lo más alto, se calló dentro del anillo y se rompió en pedazos en el fondo. Entonces Fet-Fruners puso de nuevo el anillo en el dedo de la princesa.

El emperador estaba encantado cuando llegaron a la corte, pero la princesa dijo:

—He jurado que solo me casaré con el hombre que me traiga un frasco del agua bendicta que hay en una pequeña iglesia junto al río Jordán y protegida por un ermitaño.

Y el emperador vociferó:

—¡Fet-Frunres, ve y tráelo! 

Con la ayuda de Luz de sol, Fet-Fruners se las arregló para robar el agua. Cuando escapaban, el enfurecido ermitaño le lanzó una maldición:

—¡Si eres un hombre, que te conviertas en mujer, pero si eres una mujer, que te conviertas en hombre!

Así, Fet-Fruners se convirtió en un príncipe de verdad. Cuando volvieron con el frasco, el emperador le dijo a la bella princesa Iliana:

—Ahora, ¿te casarás conmigo?

—No —contestó—, Fet-Fruners me ha traído el agua bendita, no tú.

El emperador se enojó tanto que se estranguló. Fet-Fruners se quedó con su imperio, se casó con la princesa y vivieron felices para siempre.

fin